Le han caído críticas por todas partes a la directora del invento del ‘Hay Festival’ desde que abrió la boca en Granada. Para mí que nadie le avisó de dónde se metía, porque si toda ciudad de provincias tiene sus corrillos que opinan, despotrican, comentan y vilipendian lo que pueden a los de enfrente, en este caso, la señorita María Sheila Cremaschi ha conseguido lo imposible: poner de acuerdo a (casi) todos los grupetes culturales locales en una idea clara: se está haciendo un festival de cultura en Granada sin la Cultura de Granada. Bueno, algunos es critores locales sí que ‘Hay’, peor según comentario generalizado, están los de siempre (Luis García Montero, Almudena Grandes y sus cercanos) y los que no podían dejar de estar (Francisco Ayala). Pero del resto de grandes, buenos, y reputados escritores que viven y escriben en y desde Granada (Andrés Sopeña, Gregorio Morales, José Vicente Pascual, Ian Gibson, Andrés Neuman, Rafael Guillén o Álvaro Salvador) nada de nada.
Adviértase que el invento que ha hecho gritar un ¡Ay! de escozor a unos cuantos literatos locales es una propuesta nacida de la tan loable iniciativa privada (en lo que se diferencia del Milenario hueco de Chaves, un proyecto con dotación, fechas y medios materiales antes de tener un contenido), y que viene del norte, donde la cultura es una cosa de adultos con la consideración que le corresponde. Las empresas de allí invierten en Cultura como en cualquier otra cosa, a sabiendas de que los productos cul turales, si bien no dan beneficios a corto plazo, a la larga acaban generando mucha publicidad indirecta y de la bue na, además de otorgar cierto caché a las firmas patrocinadoras. Pero, (v. g.), nadie se figura a la empresa que produce las deliciosas tortas Maritoñi de esponsor de un recital de poesía (gastronómica, que le pilla más cercano). O a los almacenes Sánchez haciendo lo pro pio con un cineclub. La cultura por aquí sigue teniendo algo de subversivo, de gente rara que trabaja poco y que quiere vivir del cuento. Y, claro, por aquí, ni los escritores pueden vivir de sus cuentos, esa cosa tan mal vista.
Decía que el ninguneo selectivo ha picado. Y la perla de la señora María Sheila Cremaschi (“Si la ciudad lo tiene como propio, el ‘Hay’ se quedará en un futuro, pero si no conseguimos conectar, Granada será la culpable”) mu cho más. Una bronca del respetable como ésta no la conseguía ni Curro Romero en sus más sonadas espantás. Porque la ausencia de lo local en un festival tan global parece querer decir que intelectuales como Umberto Eco tienen más que decir en Granada que las muchas y grandes voces literarias de aquí. Pero hay que distinguir las voces de los ‘ecos’: el autor de ‘El nombre de la rosa’ es una figura internacional indiscutible (como Vargas Llosa o García Márquez) y que venga aquí a charlar delante del público es bueno para la ciudad. Pero apostillamos que, si además de Umberto Eco hubieran incluido a algunos de los antedichos locales, pues todos contentos. Sólo que se les olvidó. Y así, la voz de queja se ha convertido en clamor, y el ‘Eco’ va a quedar disminuido. Aparte de alguna actuación musical, lo del Hay es un evento literario desde su gestación hace 20 años en la campiña galesa. Felicito desde aquí a esta empresaria cultural que ha conseguido aunar voluntades de modo tan unánime en una ciudad de por sí polémica, diversa y divergente. Es todo un logro. Sólo que si en lugar de quejas hubiera conseguido un aplauso unánime, toda la ciudad estaría deseando poder decir que en 2009 ‘Hayfestival’ de nuevo en Granada.
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