Hasta lo dice El Pais en un editorial. Está claro que los que confiábamos que este nuevo Papa traía vientos de cambio en profundidad no nos equivocábamos. Se sea o no católico, creyente o cristiano, hay que alegrarse de que un Papa dé la cara por la paz en asuntos como el posible bombardeo de un país como Siria. La lógica y la sensatez se ha impuesto en el asunto de que un sátrapa de oriente medio se dedique a gasear a sus súbditos. Es más fácil y beneficioso para todos quitar al dictador que cargarse a la mitad de su pueblo. Esta obviedad de nuevo iba a ser ‘obviada’ por los que se sienten los sherif del mundo, EEUU, a pesar de que su propio presidente es premio Nobel de la Paz. Cuando ya le habían autorizado el bombardeo hasta su propio congreso, ha optado por hacer la batalla en los despachos de la diplomacia. Y con eso ganamos todos. Y sobre todo gana el pueblo sirio, que se puede ahorrar doblar la cifra de 100.000 muertos que ya lleva en esta guerra salvaje que viven desde hace tanto.
A este Papa hay que apoyarle desde dentro y desde fuera de la Iglesia. Las fuerzas reaccionarias no se van a estar de brazos cruzados mientras les redecoran la casa entera delante de sus narices. La curia romana, una maquinaria más poderosa incluso que su jefe, tiene fama de haber podido con el Papa anterior y sus tímidos intentos de mirar debajo de la alfombra. Tanta debió ser la presión, que Ratzinger no pudo soportarla y, por primera vez en la historia (salvo curiosidades del pasado) un Papa dimite. Así, nos encontramos por primera vez en la Historia con dos Papas en Roma, uno jubilado y el otro dando caña, pero visitándose parece ser muy a menudo. Eso ya de por si son grandes cambios. Lo que uno se sintió incapaz de hacer el otro ha empezado a hacerlo, el trabajo sucio dentro de la Iglesia de afrontar ponerla al día en temas tan ‘obvios’ como la discriminación de la mujer, la contracepción o el dejarse de lujos que tanto escándalo provocan dentro y fuera de la Iglesia.
Ya digo: apoyar a Francisco es estar a favor de que las cosas cambien en el mundo. Con un premio nobel de la Paz sentado en la Casa Blanca, la opción por solucionar los conflictos de esta otra manera estaba clara. Tan sólo había que ejercerla.
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