Algunos datos vinculan a ambos presidentes, uno de una República soberana (Venezuela) y otro de una autonomía veterana (la histórica Andalucía): los dos son rojeras (uno revolucionario-venezolano, otro socialista andaluz); ambos son veteranos en el poder (en esto le gana el andaluz, que lleva nada menos que 18 años en el cargo); y los dos le tienen pillado el gusto al mando (el sudamericano-bolivariano lleva tan sólo . Otros datos les diferencian, como el hecho de que el andaluz esté ya calvorota mientras que el juvenil presidente caribeño luce una cabellera que haría las delicias de cualquier jíbaro de la zona, cosas menores, ya se ve.
Pero en lo que a políticos se refiere, ambos tienen voluntad de modificar tras de su paso el territorio en el que fueron reyes sin nadie que les rechistara. Al andaluz le ha tocado la lotería de esta oposición ridícula que salvo en cuestiones municipales (caso de Granada o Málaga) son más una comparsa del poder al que le hacen el juego (al presidente eterno Chaves) con el discurso simplón/destroyer al que se han abonado, carente de frescura, de propuestas en positivo, como si fuera el propio Rajoy el que le dictara por teléfono las mediocres propuestas nacidas de mentes poco acostumbradas al pensamiento individual, más cercanas a las elucubraciones cuarteleras que con tanto cargo y prebenda se pagan en esos pseudoejércitos de la ideología en que se acaban convirtiendo los partidos políticos de las democracias occidentales.
A Chávez ‘el gorila caribeño’ (y que me perdonen los gorilas por la comparación) le ilumina en sus meditaciones en soledad el mismo Simón Bolívar, libertador glorioso y pésimo administrador como sabrán los que se leyeron ‘El general en su laberinto’ de García Márquez (lo cual no es nada extraño: los libertadores son soñadores, intuitivos, infatigables y luchadores –El Ché, Ghandi, Jesucrito–, hombres de palabra iluminadora que delegan en sus más próximos los detalles de la intendencia que toda campaña de liberación lleva aparejada. Cuando los intendentes que saben de números se meten a iluminados surgen cosas raras como este señor del bigotín y la melenita –Aznar– y mediocres con calzas similares).
Al presidente Chaves (de Sevilla) no se sabe quién le susurra al oído sus grandes ideas rectoras. Puede que no haya nadie ahí detrás, y que sea él solo el que se inventa las propuestas, lo cual sería temible. Con permiso de Gaspar Zarrías (el poder –dicen que verdadero en la sombra–) genialidades como esta de celebrar un Milenio que nadie tenía apuntado en el calendario tiene un tufillo granaíno que no veas, como si algún malafollá de los de por aquí se hubiera despertado una mañana inspirado y literario y se hubiera puesto a inventarse nuevos hitos en la historia del Reino de Granada que ahora conviene (en perfecto cumplimiento de la corrección política) traer a la memoria.
Entre uno y otro Chaves/-z, no me decido por ninguno. Uno es un golpista-chulito con sueños panamericanos; el otro es un poltronas, a quien le gusta tanto el cargo que ha tejido toda una red de sutiles clientelismos político-laborales-socialistas que lleva al personal de su empresa privada (llamada eufemísticamente ‘Andalucía-imparable’) a votarle elección tras elección como quien renueva el contrato. No estaría de más que el de aquí tomara ejemplo de el de allá, y sometiera a referéndum (también) su patente de corso de poderse reelegir de manera indefinida. Por si, por España, por la Humanidad y por la salud de una democracia que, en Venezuela (al menos) ha funcionado para decirle al sátrapa de turno que el poder es del pueblo, pero con el pueblo.
Ventajas de la vida corsaria. Blog de opinión.
Miércoles, 5 de diciembre de 2007
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